Por: Robin Francisco
Un paciente con una enfermedad
terminal en una de sus intervenciones terapéuticas nos reveló
de cómo había aprendido a
distinguir un día de otro y valorarlo en su más mínimo detalle. Argumentaba que cuando
era una persona sana físicamente los afanes cotidianos de la vida le impedían distinguir
los días, contemplar el amanecer e
incluso percibir el amor que le profesaba su familia.
La introspección que había hecho
aquel paciente le dio una nueva perspectiva de ver la vida y a la vez una
sanación emocional y fortalecimiento de su familia. Reflexionaba de cómo había
aprendido en las sesiones terapéuticas a vivir con su enfermedad, asumiendo con firmeza su nuevo estilo de vida.
Lo que nos contó dicho paciente
es una verdad absoluta. Desde que nos hacemos adultos nos sumergimos en un
mundo de deberes y compromisos sociales
que en ocasiones nos hacen perder en norte de quienes realmente somos y de las
personas que tenemos a nuestro lado. Es el síndrome de miopía emocional.
La miopía emocional es la
incapacidad de ver o percibir la belleza de la vida y de los seres humanos en
todas sus manifestaciones. El hombre posee la capacidad inherente de sentir y
vivenciar todo lo que le rodea, pero las sociedades modernas y sus maquinarias
de hacer riqueza a la mayor brevedad posible, han desarrollado como
efectos secundarios una ceguera
emocional, transformando al hombre en un ser insensible e incapaz de verse así
mismo.
El ser humano actual vive en una
sociedad en constante desarrollo y crecimiento económico. Sociedad que lo
mantiene cognitivamente y conductualmente ocupado en trabajar para pagar rentas
e impuestos. En un círculo vicioso diario que consiste en: levantarse, preparar
desayuno, llevar o enviar los niños al colegio, trabajar casi todo el día,
estudiar o hacer oficios domésticos, dormir pendiente de que mañana hay que
levantarse temprano para trabajar.
No obstante, el mismo sistema te
elabora una burbuja social de recompensa y bienestar que te hace pensar que
eres una persona independiente y en progreso económico constante, pero
igualmente vives día a día en el mismo círculo
vicioso social. Te haces adicto a la rutina. Te conviertes en un miope emocional.
Vivir en la rutina social y ser
miope emocional se ha convertido en la norma establecida. De hacer lo contrario
podría usted ser considerado o diagnosticado
como una persona antisocial. Y ello, obedece a la existencia de un patrón de enseñanza
encaminado a un modelamiento uniforme para garantizar las riquezas de los
grandes líderes mundiales.
Cuando te gradúas recibe un título
de miope emocional. Estas listo para ingresar al sistema y se advierte que tu
conducta no será diferente a la de los otros miopes. Pero lo mejor de todo
este programa mundial es que entregamos la vida y faltándonos a veces días o horas para partir de este mundo, es que
nos damos cuenta de nuestra ceguera. Y cuando queremos advertir a otros miopes para que abran los ojos del corazón, nos etiquetan de locos o sentimentalistas.
El hombre moderno vive de espalda
a sí mismo y todo cuanto le rodea. La familia y los amigos solo son valorados
en tiempo de crisis o enfermedad. El medio ambiente está contaminado y agonizando
cada día más. No se practica el sentido común. El egocentrismo es la bandera
mundial.
Si piensas, sospechas o niegas que eres un miope emocional o te ha parecido interesante este tema te
sugiero que hagas un stop ahora mismo y
hagas una lista mental o por escrito de las actividades que realizas en un día normal desde que despiertas hasta que
te duermes.
Felicidades, por unos minutos
hiciste algo diferente a lo que estás acostumbrado, ya rompiste la rutina. Acaba
de observarte a ti mismo ejecutando acciones como un computador. Retrocediste en
la línea del tiempo para verte. Observaste como las mayorías de las actividades
que realizas son rutinarias y te mantienen ocupado para que no veas la belleza de
la vida ni valores a las personas que te rodean y te aman.
Ahora te invito a que hagas un
encuentro contigo mismo. Busca un lugar
tranquilo y sin ruidos, donde no seas molestado por nadie y relájate sin llegar a dormirte. Y lentamente haz un
recuento de lo que haces en el día, en la semana, al mes. Mírate a ti mismo y
descubre quien eres actualmente. Y luego
adéntrate a conocer tu forma de ser, de
pensar, de actuar. No permitas que unas lluvias de ideas y pensamientos te
distraigan. Concéntrate en Tí. No temas, pues está a punto de ver en tu interior, de encontrarte contigo, de sentir…
Eso que experimentas en principio
puede causarte miedo o tener la sensación de volverte loco. Pero es solo el último
recurso de un cerebro miope para impedirte que descubras la verdadera persona que hay en ti.. No olvides mantenerte relajado y sereno.
Una vez hayas practicado este
ejercicio por varias ocasiones, adquirirás la destreza de hacerlo con mayor
facilidad. Podrás ver donde otros no ven ni sienten. Te convertirás en una
persona más humana y manejarás con facilidad tus niveles de estrés y ansiedad.
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