Por: Robin Francisco
Desde tiempos memorables ha existido una lucha sobre influencia de la herencia y del ambiente en el ser humano. Diversos autores han defendido la tesis de que la herencia juega un papel preponderante sobre las características y acciones del hombre. No obstante, hay quienes sostienen que el ambiente tiene una mayor influencia sobre el hombre porque acaba modificando sus costumbres, modo de vida, su conducta alimenticia y hasta su modo de pensar.
Desde tiempos memorables ha existido una lucha sobre influencia de la herencia y del ambiente en el ser humano. Diversos autores han defendido la tesis de que la herencia juega un papel preponderante sobre las características y acciones del hombre. No obstante, hay quienes sostienen que el ambiente tiene una mayor influencia sobre el hombre porque acaba modificando sus costumbres, modo de vida, su conducta alimenticia y hasta su modo de pensar.
Existen cientos de pruebas de
cómo la herencia influye en el hombre y otras tantas de cómo el ambiente hace
lo mismo. Todos esos estudios defienden con argumentos poderosos sus puntos de
vista.
Y el Ambiente, por el contrario,
es todo lo que sucede alrededor de cada individuo con la dotación cromosómica.
Viendo esto podemos decir que la herencia está plenamente enlazada con el
ambiente.
Actualmente ya sabemos que tanto
la herencia como el ambiente influyen sobre el ser humano y no hay discusión sobre
ello. Y estamos de acuerdo en el rol de la herencia sobre los factores innatos,
heredados de nuestros padres que afectan nuestro desarrollo. Y de cómo los
genes y cromosomas, agrupados en nuestro
ADN determinan las características heredadas y las funciones especificas de
cada célula en nuestro cuerpo.
La pregunta que nos planeamos
ahora frente a lo antes señalado es cómo influye el ambiente en nuestra
genética?
Recientemente se ha descubierto
de cómo factores ambientales (como la alimentación, el estilo de vida, el
comportamiento y el estrés) pueden influir en la salud no solo de quienes están
expuestos a ellos, sino también la de sus descendientes.
La epigenética designa el estudio
de las interacciones entre el genotipo y el fenotipo, es decir, entre la
información codificada en los genes y aquella que efectivamente se expresa. .
El objeto de análisis son las modificaciones en la expresión de los genes, y
una de las fuentes de cambio es el factor ambiental.
Los expertos en epigenética creen
que las condiciones ambientales y las experiencias de vida de padres, abuelos e
incluso bisabuelos pueden, de alguna manera, activar o desactivar
"interruptores de encendido/apagado" en los genes de óvulos y
espermatozoides, o en los genes de fetos en desarrollo y, por ello, modificar
el código genético de sus hijos y descendientes. De este modo, pueden aparecer
nuevos rasgos genéticas en una sola generación, la cual puede transmitirse a
hijos, nietos y demás.
Por ejemplo, existe evidencia que
sugiere que el tabaquismo, y comer en exceso, pueden afectar los genes,
activando los que causan la obesidad y desactivando los que promueven la
longevidad. Esto significa que además del daño que provoca comer en exceso o
fumar, estos hábitos de estilo de vida pueden predisponer a los hijos de una
persona (e incluso a sus futuros descendientes) a sufrir enfermedades o muerte
prematura.
“Cuando hablamos de epigenética
nos referimos a ciertos cambios en el material genético, que no afectan la
secuencia de los genes, y que pueden ser originados por señales externas, por
ejemplo, en las plantas, las temperaturas extremas o la falta de agua; en los
animales, también pueden deberse a factores emocionales”, explica el doctor
Norberto Iusem,. Son marcas químicas, que no constituyen mutaciones y pueden
influir en la expresión de los genes.
Para el Dr. Manel Esteller la
epigenética diluye la frontera clásica entre factores genéticos y factores
ambientales. Están interrelacionados.
“Es todo aquello que influye en cómo se regulan los genes. Es
lo que explica, por ejemplo, por qué los genes que están activos en una célula
de nuestro hígado son distintos de los que están activos en nuestras neuronas,
aunque los dos tipos de célula tienen el mismo genoma. Y también lo que explica
que personas con un mismo genoma, como los gemelos, se desarrollen de manera
diferente y sufran enfermedades distintas a edades distintas.”
Asimismo, afirma que “toda enfermedad tiene un componente
genético y uno epigenético. Ocurre con el cáncer, con el alzheimer, con las
cardiovasculares... Por esta razón la genética clásica no basta para comprender
enfermedades complejas. Tenemos que combinar los dos tipos de conocimiento para
mejorar la prevención, los diagnósticos y los tratamientos.”
Para explicar como funciona la epigenética nos pide que
imaginemos el ADN como un cuerpo desnudo. “La epigenética equivale al vestido
que le ponemos encima. Epi significa precisamente sobre: es lo que está sobre
la genética. Del mismo modo que hay distintos tipos de prendas de vestir, y que
nos podemos poner una camisa, un abrigo o un sombrero, también hay distintos
tipos de regulación epigenética. De ellos depende que un gen esté más o menos
activo en una célula. Y, por lo tanto, de la epigenética depende que los genes
funcionen correctamente o que causen enfermedades.”
Sin lugar a dudas y por lo antes
señalado está muy claro que el ambiente en toda su faceta puede alterar los
códigos genéticos de nuestros patrones hereditarios, activando o desactivando
determinados gen y por consiguiente predisponernos a padecer una que otras
enfermedades y trasmitirla genéticamente a nuestros descendientes.
En definitiva, a raíz de estos
nuevos hallazgos de la influencia del ambiente sobre la genética, la humanidad y la población científica en
general están avocadas a revisar unas series de creencias sobre las
enfermedades y la conducta humana, así como el impacto del medio ambiente sobre
los cambios evolutivo que experimenta vertiginosamente la raza humana.
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