domingo, 18 de marzo de 2018

La Circunstancialidad de la hegemonía heterosexual


Ensayo sobre el cortometraje “1977” La Peque, a la luz de las Representaciones Culturales de las Sexualidades                                                                                                       
La circunstancialidad de la hegemonía heterosexual
                                                                                                           Lic. Robin Francisco

El hombre y sus circunstancias. "Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo". Esta frase se le adjudica al filósofo y ensayista José Ortega y Gasset, en su obra Meditaciones del Quijote. Para el presente ensayo nos referiremos al constructo circunstancia como ambiente indistintamente.

He aquí una máxima de la vida. El hombre nace, crece, se reproduce y muere en el marco de sus circunstancias. El hombre no puede escapar de ellas. ¿Ahora bien, es el hombre capaz de vivir y asumir los retos de su ambiente? ¿Hasta qué punto el hombre comulga con su ambiente? ¿El Hombre es capaz de modificar su ambiente?

En el corto “1977” La Peque, de Peque Varela, se nos presenta una niña, que a juzgar por la clasificación de sexo genital de Anne Fausto Sterling, llega a un mundo que en principio no es capaz de entender y que a base de ensayo y error (de tipo normativo heterosexual) se ve forzada a asumir. Pero no a aceptar.

En la narración de su primera infancia la protagonista experimenta un amargo sentimiento cuando muestra interés en ver unos bailarines y militares en marcha y es sacada de ese lugar por su madre y llevada de forma obligada a jugar con otros niños. Aquí el juego toma un matiz de identificación con quién jugar y cómo jugar dentro de la hegemonía heterosexual y la heterosexualidad obligatoria. Es la construcción cultural de sexo y género que habla Judith Butler.

María que es el nombre de la protagonista, experimenta nuevamente ese sin sabor de verse confundida en un mundo que quiere entender, al verse coartada o limitada en su deseo y le es impuesto un estilo particular de comportamiento.  A cada género le corresponde una forma específica ser, de comportarse en un ambiente creado por una sociedad cerrada y todo aquel que no acate las normas establecidas queda fuera. He aquí lo que Butler denomina espacio de abyección. “La abyección es lo que queda fuera de lo normativo”.

Bajo este ambiente o circunstancia es que la protagonista del cortometraje en cuestión se ve constantemente retada y experimenta una serie de frustraciones entre la paradoja de ser o no ser (como el monólogo de Hamlet en la novela de William Shaskepeare). La sociedad le impone una manera de vestir, de caminar, de jugar y hasta de expresarse en función de su género establecido por su sexo. Esto genera en ella una lucha interna. ¿Permitirá que sus circunstancias la dobleguen? ¿Reprimirá sus deseos? ¿Guardará la compostura para ser aceptada por la mayoría hegemónica?

Se hace justo traer a colación la frase de Simone de Beauvoir que reza “la feminidad no depende de la naturaleza biológica, sino que se adquiere culturalmente”. Y de forma adversa diría que tampoco se nace hombre, se aprende a serlo. Contrario al determinismo biológico tanto mujeres como hombres han superado sus adversidades cuando han cambiado su forma de pensar.

Al imaginar un jardín de infantes, donde solo están ellos, donde no existe norma establecida de comportamiento ni ideas hegemónica de pensamientos, dichos infantes serán lo que quieran ser. Bajo circunstancias como esas, cada niño modificará su ambienta a sus deseos e intereses. Será feliz porque no tiene que adoptar estilos impuesto por otros. Será feliz porque no tiene preocupaciones en ser o no aceptado. Siempre estará dentro porque en un espació como éste hay cabida para la diversidad.

En una de las escenas se presenta a la joven protagonista en el salón de clases mientras observa unas imágenes en su libro de matemáticas y de cómo ella gracias a su imaginación se visualiza jugando fútbol, juego diseñado solo para los varones en muchas sociedades y sinónimo de masculinidad, y cuando sus compañeras estudiantes se percatan de sus intereses se burlan y le gritan “Marimacho”.  Oportuno añadir lo que plantea Beatriz Preciado “aquí, el control público de la feminidad heterosexual se ejerce primero mediante la mirada, y sólo en caso de duda mediante la palabra”.

Con la llegada de la menarquia y la aparición de los caracteres sexuales secundario, la ahora señorita vuelve a experimentar un nudo mas fuerte, algo similar a una camisa de fuerza cuando su interés sexual hacia las chicas es mal visto por la sociedad normativa y hegemonía heterosexual. A esto es que hace referencia Judith Butler cuando afirma que “en nuestra cultura se sobreentiende que, si alguien nace con genitales femenino, es de género femenino, es por tanto una mujer, y su objeto de deseo será un sujeto masculino, y su sexualidad heterosexual”. Donde ella misma agrega que esa forma de pensamiento es performativa, es una construcción social, no algo natural.

Frente a este nudo de realidades es que María debe de luchar. Ha sido las circunstancias que le ha tocado vivir. Y frente a ella deberá tomar una decisión. Adopta los patrones culturales impuesto por la sociedad hegemónica sobre el rol que debe jugar por poseer un cuerpo con genitales femeninos, disfrazando su preferencia sexual para no ser discriminada laboralmente, victima de acoso y violencia como destaca Adrienne Rich, o simplemente les da rienda suelta a sus deseos, que en todo caso sería modificar su ambiente, aunque ello implique vivir fuera la normatividad con todas sus implicaciones culturales.

En este punto María deberá decir, a juzgar por su comportamiento sexual y la elección de su objeto libidinal como menciona Diana Fuss, como vivirá su sexualidad. Y esta decisión de vivir contrario a lo que se espera de ella, es el comienzo de una modificación se su ambiente, es ser fiel a sus sentimientos y emociones.

Y finalmente vemos en la ultima escena del corto como María vence sus frustraciones, miedos y dudas cuando decide de una vez y por toda, vivir su verdadera identidad. En ese momento, se siente libre y camina segura de sí.

Ahora retomando las preguntas iniciales que nos planteábamos sobre el hombre y sus circunstancias, concluimos que el hombre tiene la capacidad de modificar su ambiente cuando tiene claro lo que quiere y cambia su manera de pensar e interpretar su realidad. Cuando se tienen objetivos claros el resto es trabajar para hacerlo posible.

Todo hombre busca su felicidad, es la que da sentido a la existencia de los seres humanos y nadie puede permitirse que otros, ya sea un grupo hegemónico o no, programen la forma como ha de vivir. La vida es una y se vive solo una vez. La decisión de complacer a los demás o a uno mismo es la cuestión: Ser o no ser.

Por último, recordar que si existe un grupo hegemónico es porque un grupo minoritario sucumbió a sus sueños. Es decir, que lo que hoy son considerados como anormales, invisibles, patológicos, abyectos y fuera de lugar, tienen toda la posibilidad de revertir esa realidad si así lo deciden.

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