Ensayo sobre el
cortometraje “1977” La Peque, a la luz de las Representaciones Culturales de
las Sexualidades
La circunstancialidad de
la hegemonía heterosexual
Lic. Robin Francisco
El hombre y sus
circunstancias. "Yo soy yo y
mi circunstancia y si
no la salvo a ella no me salvo yo". Esta frase se le adjudica al filósofo
y ensayista José Ortega y Gasset, en su obra Meditaciones del Quijote. Para
el presente ensayo nos referiremos al constructo circunstancia como ambiente
indistintamente.
He aquí una máxima de la
vida. El hombre nace, crece, se reproduce y muere en el marco de sus
circunstancias. El hombre no puede escapar de ellas. ¿Ahora bien, es el hombre
capaz de vivir y asumir los retos de su ambiente? ¿Hasta qué punto el hombre
comulga con su ambiente? ¿El Hombre es capaz de modificar su ambiente?
En el corto “1977” La
Peque, de Peque Varela, se nos presenta una niña, que a juzgar por la
clasificación de sexo genital de Anne Fausto Sterling, llega a un mundo que en
principio no es capaz de entender y que a base de ensayo y error (de tipo normativo
heterosexual) se ve forzada a asumir. Pero no a aceptar.
En la narración de su
primera infancia la protagonista experimenta un amargo sentimiento cuando
muestra interés en ver unos bailarines y militares en marcha y es sacada de ese
lugar por su madre y llevada de forma obligada a jugar con otros niños. Aquí el
juego toma un matiz de identificación con quién jugar y cómo jugar dentro de la
hegemonía heterosexual y la heterosexualidad obligatoria. Es la construcción
cultural de sexo y género que habla Judith Butler.
María que es el nombre de
la protagonista, experimenta nuevamente ese sin sabor de verse confundida en un
mundo que quiere entender, al verse coartada o limitada en su deseo y le es
impuesto un estilo particular de comportamiento. A cada género le corresponde una forma
específica ser, de comportarse en un ambiente creado por una sociedad cerrada y
todo aquel que no acate las normas establecidas queda fuera. He aquí lo que Butler
denomina espacio de abyección. “La abyección es lo que queda fuera de lo
normativo”.
Bajo este ambiente o
circunstancia es que la protagonista del cortometraje en cuestión se ve
constantemente retada y experimenta una serie de frustraciones entre la
paradoja de ser o no ser (como el monólogo de Hamlet en la novela de William
Shaskepeare). La sociedad le impone una manera de vestir, de caminar, de jugar
y hasta de expresarse en función de su género establecido por su sexo. Esto
genera en ella una lucha interna. ¿Permitirá que sus circunstancias la
dobleguen? ¿Reprimirá sus deseos? ¿Guardará la compostura para ser aceptada por
la mayoría hegemónica?
Se hace justo traer a
colación la frase de Simone de Beauvoir que reza “la feminidad no depende de la
naturaleza biológica, sino que se adquiere culturalmente”. Y de forma adversa
diría que tampoco se nace hombre, se aprende a serlo. Contrario al determinismo
biológico tanto mujeres como hombres han superado sus adversidades cuando han
cambiado su forma de pensar.
Al imaginar un jardín de
infantes, donde solo están ellos, donde no existe norma establecida de
comportamiento ni ideas hegemónica de pensamientos, dichos infantes serán lo
que quieran ser. Bajo circunstancias como esas, cada niño modificará su
ambienta a sus deseos e intereses. Será feliz porque no tiene que adoptar
estilos impuesto por otros. Será feliz porque no tiene preocupaciones en ser o
no aceptado. Siempre estará dentro porque en un espació como éste hay cabida
para la diversidad.
En una de las escenas se
presenta a la joven protagonista en el salón de clases mientras observa unas
imágenes en su libro de matemáticas y de cómo ella gracias a su imaginación se
visualiza jugando fútbol, juego diseñado solo para los varones en muchas
sociedades y sinónimo de masculinidad, y cuando sus compañeras estudiantes se
percatan de sus intereses se burlan y le gritan “Marimacho”. Oportuno añadir lo que plantea Beatriz
Preciado “aquí, el control público de la feminidad heterosexual se ejerce
primero mediante la mirada, y sólo en caso de duda mediante la palabra”.
Con la llegada de la menarquia
y la aparición de los caracteres sexuales secundario, la ahora señorita vuelve
a experimentar un nudo mas fuerte, algo similar a una camisa de fuerza cuando
su interés sexual hacia las chicas es mal visto por la sociedad normativa y hegemonía
heterosexual. A esto es que hace referencia Judith Butler cuando afirma que “en
nuestra cultura se sobreentiende que, si alguien nace con genitales femenino,
es de género femenino, es por tanto una mujer, y su objeto de deseo será un
sujeto masculino, y su sexualidad heterosexual”. Donde ella misma agrega que
esa forma de pensamiento es performativa, es una construcción social, no algo
natural.
Frente a este nudo de
realidades es que María debe de luchar. Ha sido las circunstancias que le ha
tocado vivir. Y frente a ella deberá tomar una decisión. Adopta los patrones
culturales impuesto por la sociedad hegemónica sobre el rol que debe jugar por
poseer un cuerpo con genitales femeninos, disfrazando su preferencia sexual
para no ser discriminada laboralmente, victima de acoso y violencia como
destaca Adrienne Rich, o simplemente les da rienda suelta a sus deseos, que en
todo caso sería modificar su ambiente, aunque ello implique vivir fuera la
normatividad con todas sus implicaciones culturales.
En este punto María
deberá decir, a juzgar por su comportamiento sexual y la elección de su objeto
libidinal como menciona Diana Fuss, como vivirá su sexualidad. Y esta decisión
de vivir contrario a lo que se espera de ella, es el comienzo de una
modificación se su ambiente, es ser fiel a sus sentimientos y emociones.
Y finalmente vemos en la
ultima escena del corto como María vence sus frustraciones, miedos y dudas
cuando decide de una vez y por toda, vivir su verdadera identidad. En ese
momento, se siente libre y camina segura de sí.
Ahora retomando las
preguntas iniciales que nos planteábamos sobre el hombre y sus circunstancias,
concluimos que el hombre tiene la capacidad de modificar su ambiente cuando
tiene claro lo que quiere y cambia su manera de pensar e interpretar su
realidad. Cuando se tienen objetivos claros el resto es trabajar para hacerlo
posible.
Todo hombre busca su
felicidad, es la que da sentido a la existencia de los seres humanos y nadie
puede permitirse que otros, ya sea un grupo hegemónico o no, programen la forma
como ha de vivir. La vida es una y se vive solo una vez. La decisión de
complacer a los demás o a uno mismo es la cuestión: Ser o no ser.
Por último, recordar que si
existe un grupo hegemónico es porque un grupo minoritario sucumbió a sus
sueños. Es decir, que lo que hoy son considerados como anormales, invisibles, patológicos,
abyectos y fuera de lugar, tienen toda la posibilidad de revertir esa realidad
si así lo deciden.
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